Un sol sin diez
El fútbol que soñamos, ese con el que nos despertamos a la mañana en algún barrio, en campitos alejados de alfombras y redes, el que nos enciende el corazón con un pase, con una gambeta, un caño, sombrero, firulete, tango y gol.
Tal vez las luces del estadio se apaguen, tal vez esa melancolía de saber que no pudo ser nos envuelva, tal vez Román esté ahí, del otro lado, viendo como rueda la pelota, imagine jugadas de esas que no se estudian y sólo se sienten. Se ponga los cortos, vaya al parque en su casa y tire una pared. Porque los elegidos, esos que despiertan fantasías reales nunca están lejos de este Mundial en Sudáfrica.
La convicción, que se defiende con coraje, hace que estos días no sean tan luminosos, porque a este sol africano le falta una estrella. Eso es ganar, aunque se pierda en el alma.
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