domingo, 14 de noviembre de 2010




Mi amor se arrastra y se espina allá arriba


Tal vez, en lo encriptado de sus letras se esconda la razón de una movilización por la que 100 mil personas esta vez buscan su reserva moral en una ciudad donde, en lo cotidiano, vive la misma cantidad de gente. Tal vez este acto de fidelidad sin límites ni papeles –el casamiento con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota es de palabra sin jueces ni iglesias ni nada, porque no hace falta más nada- sea el compromiso que no ofrece análisis y lógica. No es lógico, solamente se siente. Desde el desangelado al intelectualoide, lo que conmueve es lo mismo al margen de la interpretación de un fenómeno que no entiende de barreras. Algo sí como una religión donde sus devotos se acercan simplemente para una misa que genera emociones dispares entre alegría, llanto, angustia, dolor, felicidad, convicción y que abre de par en par la sensibilidad. Un quiebre en el que todos quedan al desnudo, en punto cero, y revisan mientras cantan y saltan y se abrazan con amigos y novias y familiares algún momento de su historia, de su viaje.
Cada canción escrita y entonada con esa voz filosa de un pelado a los 61 años adjunta, siempre, una etapa y un color de la vida. Es como repasar buenas y malas noticias de tu archivo más secreto, poner en la mano tu corazón para mirarlo durante unas horas y ver qué tan genuinos son esos sentimientos, preguntarte los por qué de un desencanto, llegar a un estado emocional que rara vez sea tan mágico. Ser, de una puta vez y gritar que el asunto está ahora y para siempre en tus manos.
La música es arte, y desde ese lugar despierta el encanto. Quizás para quienes solamente gusten de una buena guitarra o una bella melodía simplemente alcance. Y todo quede en ese rato festivo que, por cierto, es natural y lo vale. El Indio, los Redondos y quienes comulgan este cuento del que nadie quiere saber cuándo y cómo será el final, es otra historieta sin partituras que leer. Se mueve el pavito desde que cada uno se sube al tren y dura hasta la estación que viene. Nadie, cuando en Tandil queda la melancolía y ese vacío inigualable de lo que fue un show descomunal –sólo diremos que sacó viejos cassettes con El regreso de Mao y hasta sacudió con Manal y Pescado Rabioso- y arranca la espera de lo que será tiene otra pregunta a mano. Desde que camina en busca de la salida del hipódromo hasta que llega a su bondi hace cuentas en el aire por el viaje, la estadía, la comida y lo que sea para estar otra vez en Salta el 26 de marzo de 2011 a ver la presentación de El Perfume de la Tempestad, el nuevo disco.
Nadie quiere tu secreto más que vos, por eso las letras y los aguijones en el alma son de libre interpretación. Porque cada uno de los miles que llega hasta acá lo siente desde su propia vida en este acto de fidelidad mientras canta y baila y se abraza y sueña que el amor es todo aquello que no es lógico ni necesita explicación. Alguien dijo alguna vez que los Redondos son un poco lo que nos pasa. Será eso nomás…

3 comentarios:

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  2. Negro querido, que bien lo contas. La musica tiene esas cosas, como las palabras tan bien escritas, llevan a emociones inexplicables.
    Tienen el poder de reivindicarnos a cada uno de nosotros en las empresas mas absurdas y en los momentos mas flacos y hacer que el infierno este encantador.

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